jueves, 5 de enero de 2012

Diego Fernández Montañés y Alvarez




El mayor benefactor que Cádiz haya tenido.





Sin duda alguna, el mayor benefactor de la ciudad de Cádiz. En 1874 los gaditanos quedaban asombrados al conocer que Diego Fernando Montañés, un comerciante que llevaba muchos años residiendo en Madrid, había legado su inmensa fortuna en beneficio de la ciudad que le había visto nacer. Montañés encabezaba su generoso testamento señalando su orgullo por haber nacido en Cádiz, añadiendo que sus “buenísimos padres, Gabriel Quintín Montañés y María del Pilar Blanca Álvarez, también eran gaditanos”.







Las cifras eran fabulosas y dedicadas a “llevar aguas potables a Cádiz, limpiar el puerto, establecer una granja modelo y crear un Colegio Naval Civil”. Desgraciadamente, la testamentaría de Montañés, encabezada por el famoso abogado y político Francisco Silvela, estuvo largos años pleiteando con el Ayuntamiento de Cádiz en orden a la aplicación del legado. Por fin hubo acuerdo entre las partes y en en 1879 la testamentaría se hace cargo de las obras del muelle y en 1883 procede a comprar el abastecimiento de aguas potables a la sociedad `The Cádiz Water Work Limited’, incluidos los manantiales de la Piedad, en El Puerto.




Sede de Aguas de La Piedad, en El Puerto, donde existían las colonias infantiles de niños gaditanos que iban a esa zona de la ciudad vecina, en diversas temporadas.




Portada de la Revista de Obras Públicas de 1888, donde se recoge el Abastecimiento de Aguas a la Ciudad de Cádiz.

Con el remanente aún se pudo acometer la construcción del muelle de hierro de Puntales y colaborar sustancialmente en la creación del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Cádiz. En los años veinte del pasado siglo, el Ayuntamiento de Cádiz encargó al famoso escultor, Juan Cristóbal, una escultura de Montañés, que fue colocada en el lugar que hoy ocupa la fuente de las Tortugas. Posteriormente la escultura de Montañés pasó a un lateral de la Diputación Provincial y hoy está colocada en los jardines de Canalejas. Una estatua, como tantas, un tanto viajera.

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