jueves, 17 de marzo de 2011

LA CASA DEL PIRATA

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lunes, 7 de marzo de 2011

Palacio de la Aduana






Palacio de la Aduana (Cádiz)



Dentro del ambicioso plan de reforma de las murallas que cubrían el flanco del puerto, desde el Baluarte de San Felipe hasta la Puerta del Mar, se proyecta a mediados del siglo XVIII la construcción de tres grandes edificios públicos idénticos y próximos entre sí: la Aduana, la Casa de la Contratación, y el Consulado.

La iniciativa surge en un momento histórico de máximo esplendor económico de la ciudad, cuando reside en ella el monopolio del comercio con las colonias americanas a consecuencia del traslado en el año 1717 de la citada Casa de Contratación desde Sevilla, y cuando la ciudad, con un sistema defensivo de murallas y baluartes ya consolidado, experimenta un crecimiento demográfico y un bienestar social antes nunca alcanzado, dando lugar a lo que se dio a conocer como su Siglo de Oro.

Este edificio, como tantos otros de la época, en la que se continuaban los trabajos de fortificación de la ciudad, fue diseñado y dirigido por un ingeniero militar, en esta ocasión por Juan Caballero, hacia 1764, iniciándose las obras en 1765 y acabándose en el año 1770.

El edificio se localizaba en el espacio interior del, ya desaparecido, baluarte de San Antonio o de la Aduana. Este baluarte protegía la entrada marítima a la ciudad y el acceso conocido como Puerta de Sevilla. Así, pues, su ubicación en esta zona respondía a la idea funcional de aproximarlo al lugar donde iba a desarrollar su actividad, es decir, el control fiscal de las mercancías que entraban y salían del puerto, origen de buena parte de los ingresos del estado. Pero, además, su ubicación no dejaba de ser una consecuencia de un factor de gran importancia en Cádiz, como era la escasez de suelo edificable, a partir de la colmatación del espacio urbano, de las servidumbres militares y, por tanto, obedecía a la necesidad de abrir, ocupar y aprovechar las escasas zonas libres.

Con motivo de la visita que la reina Isabel II y su corte realizaron por varias provincias andaluzas en 1862, el edificio sufrió una importante reforma al destinarse a residencia real las más amplias y luminosas dependencias de su planta principal. El encargado de llevar a cabo dichas reformas fue el arquitecto Juan de la Vega. Así, las estancias reales ocupaban casi toda la planta alta: subidas las escaleras de su cara norte, un pequeño gabinete para el cuerpo de guardia daba lugar a la antecámara real, a la que seguían la cámara real, el despacho de la reina, el tocados, el cuarto de baño y el dormitorio de los reyes, además de algunas otras estancias de carácter doméstico y social.

De aquella ocasión sólo nos ha legado en sus estado original el suntuoso Salón Regio, que dentro del más puro estilo imperio francés mezcla una gran profusión de elementos decorativos clásicos, renacentistas y manieristas, en una obra única en la ciudad, de corte real y exuberante.

Durante el siglo XX, el derribo de las murallas y la ocupación de los terrenos que conformarían la actual Plaza de España, prolongación de la antigua plazuela del Carbón –como su propio nombre indica, fue el lugar de depósito portuario de dicho combustible o mineral-, dieron al inmueble una nueva presencia en su relación con la ciudad al convertirse en parte del frente de la citada plaza y en la referencia monumental que separaba el genuino barrio de San Carlos del varias veces alterado Paseo de Canalejas.

El edificio actual

El resultado de todo el proceso histórico de la Aduana fue la construcción de un edificio severo de tres plantas al exterior, de marcada horizontalidad y cubierta de azotea, con planta rectangular, organizada en torno a un eje mayor con dos patios transversales más dos cajas de escaleras que se abren tras los dos frentes de entrada, ambos iguales, magnificados con sendas triples arcadas de acceso, los únicos arcos exteriores del conjunto. Al exterior presenta cuatro fachadas paralelas, dos a dos, en su composición. Así las de los lados menores son las principales mientras que las de los lados mayores son las secundarias.

Fachadas principales:

Presenta tres pisos articulados por pilastras que conforman siete calles. El piso bajo, siguiendo el mismo esquema de articulación ya descrito, se estructura con pilastras almohadilladas. En las calles centrales se encuentran tres arcos de medio punto que, a modo de portada, se adelantan levemente a la línea de fachada. El resto de las calles presentan amplios vanos de iluminación.

El edificio se remata en un friso y cornisa volada y antepecho, coronándose la calle central con un elevado frontón curvo con la siguiente inscripción conmemorativa:




REINANDO EL S.D./ FERNANDO VII SE/ REFORMO AÑO DE 1832.




La otra fachada principal, en el lado sur, presenta semejante diseño con la salvedad de la inscripción, lógicamente anterior en el tiempo, que reza:




REINANDO EL S.D./ CARLOS III SE EDIFICIO/ AÑO DE 1773.




Fachadas secundarias:




Son las correspondientes a los lados este y oeste, ambas semejantes entre sí. Articuladas a través de los vanos, sólo presentan pilastras en los extremos. Los tres pisos tienen el mismo tipo de decoración que las fachadas principales. Es de destacar la presencia en el lado oeste de un proporcionalmente pequeño balcón en el primer piso, apoyado en cuatro pares de ménsulas, fruto de la reforma que, en 1862, se acometió a fin de que la reina Isabel II pudiera exponerse públicamente y asistir con comodidad a los continuos desfiles y actos que, en la calle de la Aduana, se celebraban en su honor.




Portadas:




Existen dos portadas de igual composición en los lados norte y sur, correspondientes a las tres calles centrales que se adelantan levemente a la línea de fachada. Se componen de tres arcos de medio punto, los únicos del conjunto exterior, que permiten el acceso al vestíbulo del edificio y a la dos cajas de escaleras, éstas distintas entre sí, que conducen a los pisos superiores.

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La Cárcel Real

El edificio de la Cárcel Real es uno de los edificios emblemáticos que se levantan en Cádiz durante la época de la Ilustración.

En 1792 la ciudad de Cádiz, en atención a la mala distribución, situación y construcción de la antigua cárcel, determinó la construcción de una nueva , en un paraje más ventilado y de una capacidad proporcionada a la población. Lo diseña en el año 1794 Torcuato Benjumeda, el más representativo de todos los arquitectos que trabajan en la ciudad, en un momento en que comienza el declive económico y en el que el Neoclásico está de moda, en contraposición con el hasta entonces vigente Barroco, que ahora se considera decadente e incluso de mal gusto. El coste total de las obras fue de 3,5 millones de reales.

Surge así este edificio, de planta rectangular, de 66,87 por 33,45 metros y perfectamente simétrico, que se organiza según un patio central cuadrado y de otros dos rectangulares menores a los lados, alrededor de los cuales se distribuyen las celdas y otras dependencias en dos plantas de altura.
En alzado presenta dos plantas, con un cuerpo central avanzado. Pilastras toscanas, de orden gigante (peraltadas sobre un basamento) enmarcan los vanos. Las ventanas de la planta baja, de mayor luz, tienen un sencillo guardapolvo de traza horizontal, que desciende cóncavo en sus extremos. Sobre las pilastras corre un entablamento, en cuyo friso hay triglifos y bajo ellos tres gotas.
El cuerpo central de la fachada presenta cuatro columnas toscanas adosadas, más dos pilares en los extremos, del mismo orden. En los lados menores del cuerpo central, sobre los vanos de la planta baja (y enmarcados por pilastras), se distribuyen unos semicírculos ciegos, sobre los que hay inscrito un óculo.
Encima de la portada principal tenía una inscripción que decía: "Odia el delito, compadece al delincuente", frase debida a Concepción Arenal. Romero de Torres en su Catálogo Monumental de España - Provincia de Cádiz, lo consideraba como "el edificio civil de mejor gusto arquitectónico de Cádiz" y "si no fuera por la leyenda antes citada se podría pensar que habría sido construido para un museo o centro literario".
Los planos están fechados en 1794, año en que comienzan las obras. Sin embargo, tienen que ser posteriores, ya que Benjumeda firma con el título de Académico de mérito, título que no se le concedió hasta 1807. También se cita a la ciudad como Muy Heroica, título que fue concedido a la ciudad de Cádiz en 1816.
El edificio se comienza a utilizar en el año 1836, cuando se termina gran parte del mismo por el también arquitecto Juan Daura, quedando entonces por terminar el último tramo, el más cercano al mar, que no se acabó hasta el año 1.990, en la rehabilitación realizada para el Ministerio de Justicia por J. Montes Deza, para habilitarlo como sede de los Juzgados, que lo salvó de un estado casi de ruina. Siguiendo los planos originales se completó la última crujía del edificio y se instala a modo de remate en el cuerpo avanzado de la fachada principal, un ático rectángular y un gran escudo con dos pináculos a los lados.






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