domingo, 26 de septiembre de 2010

CALLEJONES CARDOSO



Cardoso.- como a otras se le llamó Callejón, y todavía el vulgo la denomina así. Conserva este nombre desde mediado el siglo XVI, por las cererías que en ésta calle tenía D Francisco Ignacio Cardoso.

Estas cererías consistían, a más de la fabrica de cera, gran parte importada de Marruecos. En realidad se designan con el indicado nombre solo dos trozos de la antigua calle, o sea el comprendido desde la libertad a la plaza de Eduardo Benot y de esta a las esquinas de la calle Sagasta.









En la reforma de 1855, con muy buen sentido, se dio el nombre de Reinos a la parte del callejón bajo de los descalzos a la plaza de la Cruz Verde y a los Callejones de Cardoso y Pealaba y de los Carros, que en realidad forman una sola calle, unificando sus diferentes nombres y dándole numeración correlativa. En 1856 volvió cada parte de calle a tomar su respectivo nombre, a excepción del callejón bajo de los Descalzos, que siguió con el de Cardoso, quedando el de Reinos solo para la plaza de la Cruz Verde.

La numeración de las calles mencionadas, al tomar un solo nombre, se puso correlativa: al volver, en 1856 a dividirse, no se quitó aquella, por lo que resulta defectuosa y más por la suspensión de los números que tenía las casas del corralón.

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CALDERON DE LA BARCA

Calderón de la Barca.- nació en Madrid el 17 de Enero de 1600, en 1630 se hizo sacerdote, falleció el 23 de mayo de 1681 en Madrid. La calle del Calvario se llamó Vía Sacra y también de las Cruces del Humilladero.
Al parecer era costumbre en los siglos XVI y XVII dedicar una calle en recuerdo al camino que recorrió Jesús hacia el Calvario, donde se colocaban unas cruces, tantas como estación del Vía Crucis, que era rezado por numerosos fieles diariamente, muchos en penitencia, con pies descalzos, cargados de maderas, flagelándose y con la cara cubierta.



Estas practicas religiosas terminarían degenerando, lo que obligó a la diócesis a prohibirlas. La calle fue escogida por su proximidad al convento de San Francisco, que entonces ocupaba todo lo que hoy es plaza de Mina. También era Humilladero, porque allí los fieles se humillaban ante la cruz. En 1734 se le decía Callejón de San Francisco y Callejón Alto donde dan de comer a los pobres.


Empezaba en Isabel la Católica y terminaba en la Alameda. La parte correspondiente a lo que hoy es plaza de Mina era la tapia del huerto del convento.


En 1854 se le dio el nombre de Calvario, en 1873 tuvo el nombre de Zurbarán por poco tiempo, hasta que en 18881 se le impuso el de Calderón de la Barca. En la calle estuvo situado el Ayuntamiento durante una época en que se construía el edifico oficial, que comenzó en 1816. Por otro lado, en una de las casas mas suntuosas conocida por de Gargallo se hospedó Fernando VII con parte de la familia real desde 15 de Junio hasta el 18 del mismo mes en 1823.

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domingo, 12 de septiembre de 2010

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viernes, 3 de septiembre de 2010

CALLE BUENOS AIRES

La calle Buenos Aires, que se encuentra entre la Plaza San Antonio y la Alameda, lleva este nombre desde 1911, con motivo de la visita a nuestra ciudad del intendente de la capital de Argentina, Adolfo de G Burlich a bordo de la fragata Presidente Sarmiento, quien encabezaba una misión diplomática con el encargo de entregar a la reina regente un jarrón, obra de Benlliure, regalo de su país.
En correspondencia por este acuerdo municipal, la ciudad de Buenos Aires rotuló una de sus plazas con el nombre de Cádiz. Antiguamente se llamó de Juan Pantojas, nombre que tomó de un habitante de la calle. En 1640 aparece La Cruz del Calvario sin duda por estar situada en algunas de sus esquinas con Calderón de la Barca, llamada entonces calle del Calvario, alguna cruz del vía crucis allí situada.

En actas de 1639 aparece con el nombre de Calvario y posteriormente con el de La Torre de San Antonio considerándose prolongación de la calle La Torre. En 1698 se llamaba del Capitán Francisco López de Linares y que ostentó durante muchos años. Solo sería variada en la reforma de 1855 cuando se le puso Maldonado por el comunero castellano, y que pronto le fue quitado, volviendo a su nombre anterior, hasta 1911.
En una casa de esta calle en la esquina con la calle Adolfo de Castro se refugiaron el 10 de Marzo de 1820 los parlamentarios liberales Felipe del Arco Aguera, Antonio Alcalá Galiano y Miguel López Baños, siendo sacados a la fuerza el día siguiente y trasladado al Castillo de San Sebastián. También en esta calle murió el pintor Juan Rodríguez Panadero.


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CALLE BOTICA



Situada en el  barrio de Santa Maria .La calle Botica que va desde Santo Domingo hasta Concepción Arenal, es de las largas de Santa María. En 1590 se llamaba Baltasar de Calar o Calar solamente. Se ignora el motivo de este nombre, si bien Adolfo de Castro apunta la posibilidad de que fuera pariente del poeta Gabriel Ayrolo y Calbo.

A mediados del siglo XVII se conocía como Calle de la Botica de Santo Domingo, nombre que llevó también durante parte del siglo XVIII. Aunque la fundación del convento dominico es posterior, existía un hospicio establecido por dicha comunidad.





 En actas municipales de 1700 se encuentra una reclamación del Prior de San Juan de Dios, que pedía no se permitiese ninguna botica en el barrio de Santa María, porque perjudicaba a los pobres y al convento. En la reforma de 1855 se le puso el nombre de Micio por un tribuno romano enterrado en Cádiz según se supo por la lápida descubierta con la siguiente inscripción A los dioses manes, Marco Micio Materno, hijo de María de la tribu de Galería, Tribuno de la Legión 12 Tulminadora de 70 años. Dicho rótulo como la mayoría de los que fueron cambiados este año, tuvo una existencia efímera, volviendo al nombre de Botica, habiendo perdido la especificación de Santo Domingo por el uso popular. Aun volvería a ser cambiado el nombre, en 1911, por el de José Marenco Guatier, que ostentó hasta los años cuarenta. El gaditano José Marenco Guatier fue general de la Armada y diputado a Cortes por esta circunscripción en diversas legislatura y jefe del partido republicano en nuestra ciudad. Se hizo famoso por sus enérgicos discursos en el Congreso defendiendo los intereses de Cádiz y de la Marina. Murió en Madrid, en 1910.




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CALLE BENJUMEDA



Benjumeda.- primitivamente se llamó del Tinte Antiguo y también de la Laguna del Campo Santo, en 1865 se conocía por el de Santa Elena, en 1674 por el de San Jorge y en 1862 por el de La Zanja. Este ultimo lo adquirió por desembocar frente a una que existía, para el desagüe en el salado, barranco o cauce arrancando de los terrenos del Campo Santo, ocupaba este las plazas de Alfonso XII y Fragela, calle de San Dimas, Campillo de los Coches, terrenos del hospital militar, y parque Genovés, esta parte no estaba amurallada y existía una alcantarilla frente al hospital militar, se observa la salida de la playa en las proximidades del Castillo de Santa catalina. El nombre de la Zanja fue sustituido en 1855 por el de Mutis volviendo al anterior en el año siguiente, en el año 1861 se acordó la alineación de la actual calle. En 27 de Abril de 1870, dejó de existir el Itmo. Sr. D. José Benjumeda y Geris, decano de la facultad.

José Benjumeda, nacido en Cádiz, cursó con brillantez la carrera de medicina. Fue medico de la Armada y desempeñó varia cátedras, hasta llegar al decanato. Así mismo fue catedrático en la facultad de medicina de Madrid, donde ostentó el cargo de vicerrector. En esta calle está situada la casa de socorro de los Caballeros Hospitalarios.




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CALLE BEATO DIEGO DE CÁDIZ

La calle Beato Diego de Cádiz, lleva este nombre desde el 13 de mayo de 1895, sumándose así el Ayuntamiento a las conmemoraciones de la Beatificación del misionero apostólico gaditano. José López Ocaña nació en 1734 en el número 8 de la calle Bendición de Dios, lugar que hoy ocupa un oratorio dedicado a él. Tomó el hábito de la Orden de Capuchino en 1737, adoptando el nombre de Diego José. Estos frailes llevan por apellido el de la localidad de nacimiento. Diez años mas tarde fue ordenado sacerdote distinguiéndose por sus dotes de oratorias y su fervor misionero
El Ayuntamiento de Cádiz le nombró capellán mayor y su retrato fue el primero de un gaditano que se colocó en las casas consistoriales. Falleció en Ronda en 1801. Su fiesta se celebra el 24 de Marzo.

El 13 de mayo, fue designada la calle del Baluarte para llevar en lo sucesivo en nombre de Beato Diego de Cádiz, ya en 1855 fue dado este nombre a las calles conocidas por cerca y portería de Capuchinos, este nombre fue quitado al año siguiente. Ya la calle del Baluarte se llamó así por un balaurte que existía en la terminación de la calle. Por los años de 1640 se conocía por Don Juan Ernesto de Troya, regidor perpetuo que debió vivir en una de las casas y la cual adquirió en 1647 el oficio de Alcalde Mayor.
En 1866 se le dio el de los Dolores y en 1680 de Juan Escout cónsul de la nación inglesa en Cádiz, que en 1639 según consta en actas municipales consiguió este cargo a perpetuidad por un donativo de cuatro mil reales hecho a su Majestad.
A mediados del siglo XVIII aparece con el nombre del Baluarte de San Felipe, por el que existía al final de la calle. En la reforma de 1855 se le puso Menacho, volviendo pronto a ser llamada Baluarte, hasta que cambió su nombre por el actual, que desde entonces no ha sido modificado. A principios del siglo XIX se llamaba Esquina de Trafalgar a las cuatro que se forman con la calle San Francisco. En la calle Beato Diego haciendo esquina con Manuel Rancés vivió el padre de Fernán Caballero, Nicolás Bohl de Faber, cónsul de Alemania en Cádiz, antes de marchar al Puerto de Santa María.


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CALLE BARROCAL

Barrocal.- en 1855, la calle era conocida por del Laurel y de la Lechería, quedaron unidas bajo el primer nombre, o sea del Laurel. En 1611 llevaba toda la calle el de Villavicencio dividiéndose en 1649, dando lugar el vulgo el de Lechería al trozo comprendido entre Villalobos y la de Santiago, y al resto se le decía del Jardín de la Terrera, por vivir en esa calle el capitán Bartolomé de la Terrera; en su jardín existió un frondoso laurel, hasta 1855, año en que con este nombre se designó también a Lechería considerándola una calle. En 1886, el Ayuntamiento acordó llamarle Barrocal, el nombre que desde entonces ostenta.
Recuerda al doctor en Medicina y Cirugía Manuel Barrocal y Ecija, nacido en Cádiz en 1812, que fue del partido liberal, presidente de la Diputación Provincia, de la Academia de Medicina y del Consejo de Administración del Monte de Piedad y médico de la Beneficencia Provincia. Murió en 1855 .


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CALLE BARRIE





La calle Barrié tiene su entrada por Novena y sale a Topete, su nombre antiguo, con el que aparece en documentos de 1705 era Vestuario y Vestuarios de las Comedias, posiblemente por tener en ella su entrada las dependencias en las que se vestían los actores del teatro de las Comedias.

En 1855 fue llamada Los Balbos extendiéndose este nombre a las llamadas Plazuela de Orta y la calle Valverde, que entonces era conocida como Beaterio, pero este acuerdo fue revocado al año siguiente.



Los Balbos, ciudadanos romanos, fueron dos; el mayor y el menor, que eran tío y sobrino, llevaban el mismo nombre; Lucio Cornelio, el Mayor fue elevado al Consulado, pese a ser extranjero, y el menor, tras conseguir grandes victorias militares fue nombrado Gran Pontífice. Además a él se debe el acueducto del Tempul, que conducía el agua de Jerez a Cádiz y el puente que une la Isla gaditana al continente y que después reformó Zuazo tomando su nombre.

En Agosto de 1888, el Ayuntamiento decidió llamarle Barrié como homenaje al Mariscal de Campo Enrique Barrié Labros, que junta a Feduchy y Aranda votó a favor de la Construcción en Cádiz de unos acorazados, a que ya nos hemos referidos en anteriores ocasiones. Durante la República de 1932, llevó el rotulo de Zamenhof, por Luis Lázaro Zamenhof, oculista hebreo, autor del idioma universal Esperanto.

Don Enrique Barrié y Labros, perteneció al cuerpo de artillería, fue mariscal de campo y por su rasgo de votar a favor de la factoría naval gaditana, favoreciendo así los intereses de esta ciudad, mereció la gratitud de los gaditanos. Nació en Madrid y murió en Barcelona.






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CALLE BALÓN

Balón.- poco queda del extenso espacio llamado campo o plaza del balón, cuyo nombre se dispuso llevase en 1855; antes se conocía por plaza del “Huerto de la Tinaja” (1) por una que allí fue encontrada.
Como este huerto estaba sin cultivar, o perdido, durante algún tiempo, tomó también el de “Huerto Perdido”. El nombre del Balón, según Adolfo de Castro, lo adquirió del juego de balón, que con cierto lujo estaba instalado a espaldas del teatro que se construyó después, el hospicio, como propietario del terreno, levantó el primero por su cuenta en los años 1788 o 1789, ocupando unas 3600 varas de superficie y obteniéndose con él grandes rendimientos. Este juego consistía en arrojar gruesas pelotas a distancia con una especie de raqueta o cesta, como la de los pelotaris.

También por cuenta de la junta de Administración del Hospicio se construyó el Reñidero de Gallos, que hasta hace pocos años funcionaba, en cuyas inmediaciones se establecieron los modestos juegos de bolos, que siguieron la misma suerte de aquel. El teatro del balón construyese en 1812, inaugurándose el 26 de Agosto, para solaz y recreo del vecindario y de la numerosa población flotante que llenaba la ciudad en aquellos gloriosos días; escogiéndose sitio tan retirado por estar fuera del alcance de las bombas.(I) cuando de 1870 se hicieron las excavaciones para formar el foro del Gran Teatro, se concentraron también algunas de estas tinajas que en lo antiguo servían para guardar unos aceites, pero enterradas a gran profundidad, lo que demuestra que en tiempo el nivel de aquellos terrenos era mucho más bajo que en la actualidad. Junto a esto se encontraba un teatro que se construyó en 1812 y que en principio se llamó de “San Fernando”. Las mayores notabilidades en el arte dramático se presentaron en aquella escena, en la que se distinguió, entre otros, obteniendo grandes triunfos, el inolvidable hijo de Cádiz Albarrón. En 1896 adquirió en propiedad el terreno de la antigua plaza, la Empresa de Eugenio Lebón y Ciª para ampliar su fabrica de electricidad, por lo que el Cabildo de 18 de Mayo de 1897 se determinó la alineación de la cerca que había de ser paralela a las casas de frente, formadas por las manzanas de casas de las calles de San Francisco de Paula, Caridad, y San Joaquín, y como continuación de la acera de los pares de la calle de la Encarnación, con lo cual la plaza quedó reducida a los limites de la calle.
Considerados como arrabales aquellos sitios, varias fabricas se establecieron en ellos. Allí estuvo el Molino de Vapor del Marqués de casa Irujo, con gran maquinaria; después la malograda fabrica de algodones (hoy asilo de ancianos y hermanitas de los pobres) talleres de coches y de sombreros charolados, de sierras mecánicas y otras diferentes industrias. En la calle Matías nos ocuparemos del asilo de San José y de la que fue calle del Cabildo.


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CALLE BARQUILLAS DE LOPE

Barquillas de Lope.- como la plaza del balón, a la que estuvo unida antes que se labrase las manzanas de casas que formaron las de la Caridad, San Joaquín y Cabildo, ha quedado reducida en la actualidad a una calle, o sea la que existe a espalda del hospital de Mora. A la ciudad de Cádiz fue donado el hospital, Moreno de Mora fue su donante con su mujer, Dª Manuela Aramburu. La plaza de las barquillas de Lope era un extenso espacio de terreno, cuya extensión se comprende por el área del hospital, quedando dentro de este, también, el sitio donde estuvo enclavado el Cuartel de San Fernando edificio de lucida arquitectura, erigido por acuerdo de la junta de gobierno del hospital provincia, tornando el 11 de Diciembre de 1802 para hospital de ciertas afecciones, el que por falta de recursos y otras dificultades no se terminó, disponiéndose entonces que sirviese de cuartel, dándole el nombre de San Fernando y alojamiento del batallón de Voluntarios distinguidos.


Conviene hacer constar que se construyo solo con los recursos que el Ayuntamiento facilitó a la junta provincia. El Cuartel en estado ruinoso y abandonado, fue entregado al municipio por el ramo de guerra, en virtud de R. D. de 1º de Marzo de 1900; el 9 del mismo mes, precediéndose poco después a su demolición. Las alineaciones de las calles que forman el perímetro del hospital, fueron aprobadas en julio de 1900, reformándose en 4 de Enero de 1901. También se proyectó la apertura de una calle, prolongación de la de las Barquillas, que desembocaron en la de San Rafael, quedando poco después abandonada la idea.
El nombre de Barquillas de Lope fue dado en 1855 al llamado Campo del Balón en recuerdo de la estancia en Cádiz del celebre Ingenio Lope de Vega Carpio y donde inspirase al ver romper las olas del mar contra las rocas, escribió las famosas amacronticas que empiezan. Pobre Barquilla mía, entre sus peñascos rota.


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CALLE BAJADA DEL ESCRIBANO



Bajada del Escribano.- la estrecha calle que, como indica su nombre, forma rápida pendiente desde el sitio conocido por el Monturrio (Silencio) a la calle Mesón, es una de las pocas que dan idea del Cádiz antiguo.

Nada se sabe del fundamento de ese nombre; más dedúcese que estando en aquellos lugares la Cárcel, cerca de ella estaría alguna dependencia de la Administración de Justicia, y de ahí, el que los escribanos, entonces clases importante y numerosa transitan por dicha calle, de donde tomó el nombre que la tradición ha conservado. En 1855, en unión con la del Silencio (Cárcel del Obispo) y del terreno entre ambas, se les denominó “Calle de la Villa“ recordando el primitivo origen de la población.




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jueves, 2 de septiembre de 2010

DUQUE DE NAJERA:

Duque de Nájera.- es el nombre del paseo que va desde la caleta hasta la esquina de la calle General Mola, junto al Colegio Mayor Beato Diego. Durante la república se llamó Blasco Ibañez.


Antiguamente era conocido como paseo de las Delicias o mas comúnmente como paseo de las Delicias de Martínez, porque fue el regidor Juan Martínez, en 1854 quien se ocupó de reformarlo y plantarle el correspondiente arbolado para dar con ello ocupación a los jornaleros gaditanos en una época en la que, además de escaso el dinero, existía epidemia de cólera.



Los gaditanos lo conocieron durante años como Paseo del Perejil, porque los arboles recién plantados eran tan pequeños que parecían matitas de este vegetal. Años después el gracejo gaditano lo bautizaría como Paseo de las Escobas, porque eso era lo que parecían las palmeritas que allí colocó el ayuntamiento. En duque de Nájera existen importantes edificios públicos, las escuelas de náutica, de empresariales, de Formación de Profesorado de E.G.B el colegio universitario de Filosofía, la institución Valcarcel, antiguo hospicio, la Delegación de Sanidad, el Hospital de Mora, etc. En su ultimo tramo se construyó una glorieta hace unos años, la de Simón Bolívar, colocándose en el centro una estatua ecuestre. Donde hoy está el hospital de Mora, inaugurado a primeros de siglo, se encontraba el cuartel de ingenieros de San Fernando, que sería derribado y que fue también sede de los milicianos durante el sitio de la ciudad por los franceses. Frente a él se instalaba una especie de piojito, pero de vendedores moros, que tenían allí desde babuchas hasta gallinas, traídas directamente de Marruecos que atracaban en la Caleta.


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miércoles, 1 de septiembre de 2010

CALLE AMAYA

La calle Amaya se encuentra entre la calle Plocia y la plaza de las Canastas. El nombre que hoy ostenta le fue impuesto en la reforma de 1855 y desde entonces no ha sufrido variación. Recuerda a una familia de este apellido, que gozó de gran consideración en Cádiz, se distinguió Bartolomé de Amaya, regidor y capitán de infantería, por su valor en el saqueo de los ingleses; lo hicieron rehén y lo llevaron a su país, volviendo a Cádiz en 1603.


 También se cree que tomó parte en el apresamiento de una galera turca en San Fernando, que había hecho prisioneros a numerosas personas de los caseríos de la Isla de León, en 1754.
La calle Amaya se llamó en 1696 “Jaime de Luna.” Después, y hasta 1855 no se le consideraba una unida; diciéndosele a una parte calle “Tercera de Manuel Henríquez” y al otro tramo “ Soto.”

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CALLE ALVAREZ CABRERA (Actual Mirador)

Alvarez Cabrera.- antes calle del “Mirador” por la ventana lateral de un mirador que existe en el convento de Santa María, por lo que se le llamó con anterioridad del Mirador. En un tiempo se le denominó del Sol y también Larga. De 1649 a 1699 aparece citada como calle de los Cuarteles. En la reforma de 1855 le correspondió el nombre de “Quirós”.




D. Joaquín Eusebio Quirós, nacido en Cádiz el 14 de Agosto de 1722, fue profesor en la Orden Tercera de San Francisco, reputado por hombre sabio y notable anticuario, murió pobre y obscurecido en el año 1812. Dejó escrita varias obras, de las cuales algunas se han publicado. El día 14 de Enero de 1910, y a propuesta del Sr. Concejal D. Arturo Marenco, el municipio acordó darle el nombre del heroico militar Alvarez Cabrera. D. Venancio Alvarez Cabrera nació en Cádiz en la calle Linares (Buenos Aires), el 18 de Febrero de 1858; su abuelo D. Tomás Cabrera de Nevares, por cuyo heroico valor tanto se distinguió y parecer ser patrimonio de esta familia, cuyo apellido Cabrera se duplica por hechos meritisimos en las calles de esta ciudad.

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CALLE ALONSO EL SABIO (Actual Pelota)

 Cádiz, la ciudad culta por excelencia, no pagó la deuda de gratitud que debía al más sabio de los Reyes, y al que debió su repoblación y privilegios, hasta el año 1855. En 1º de Junio de 1250 ocupó el trono de San Fernando su hijo Alfonso X el que, continuando las gloriosas tradiciones de sus antepasados, organizó sus huestes y avanzó por las provincias de Huelva y Cádiz, apoderándose, no sin lucha, de Arcos, Jerez, Medina Sidonia, Rota y Sanlucar, mientras que una escuadra, al mando de D. Juan García Villamejor, se presentó de improviso en la bahía de Cádiz, ganando para la Corona de Castilla la pobre aldea que había de ser después la floreciente ciudad de Cádiz.


No se ocultó a la clara inteligencia del sabio Rey la importancia de esta empresa, por su proximidad a Africa y su especial situación estratégica en el estrecho, apresurándose a poblarla con trescientas familias de Laredo y Santander, dándoles fueros y privilegios que acrecentarán su importancia.



Exigió en ella la antigua sede asidonense, a la que donó valiosas alhajas, que aún se conservan, y llevó su cuidado al extremo de señalar los blasones de sus dos Cabildos; la Cruz de Santiago sobre las aguas, la eclesiástico, y Hércules fenicio al secular sintetizando la historia de la ciudad, que fue fundada por los fenicios y reconquistada por la Cruz. Sus aspiraciones al imperio de Alemania, la rebeldía de sus hijos, la enemistad de la nobleza y la malquerencia del pueblo, acibararon su vida; pero ante tantas contrariedades su espíritu no se abate y su talento abarca todas las ramas del saber humano. Responde a las tendencias de la época siendo valiente, guerrero y afortunado conquistador. Poeta, deja en sus cántigas y otras composiciones muestra de la fama alcanzada entre los trovadores provenzales y árabes. La lengua Castellana y la cultura patria le deben gratitud al desterrar el uso del latín en las leyes y documentos públicos. Legislador, unifica las leyes de un país donde tantas y diferentes existían, y aplica el fuero Real. Su código, que con modestia llamó de las siete partidas, precede a todos los demás de Europa. Historiador, pretende la necesidad de conocer la historia de la humanidad y a más de la historia de España, escribe la grande y general historia. En las tablas Alfonsinas se ve al sabio astrónomo que corrige los errores a Tolomeo y Albategio. Superior a su siglo y por encima de las preocupaciones existentes, no fue comprendido por sus contemporáneos; de ahí la enemistad de su familia, el odio de la nobleza y la hostilidad de un pueblo fanático e ignorante, murió en Sevilla el mes de Abril de 1284.


Antes del acuerdo de 23 de Abril de 1855, se llamaba esta calle de la Pelota siendo su origen las casas que se edificaron al arrimo de la muralla que rodeaba a la antigua villa, esto motivó quejas, que el Rey Felipe IV no debió atender cuando las casas continuaron en el mismo sitio. En documentos del siglo XVI aparece llamada Mesón de Montesinos. En 1610 se empedró por cuenta de los vecinos y toma el nombre de calle del Juego de la Pelota. En 1615 hay acuerdo del Municipio para adquirir la finca donde estaba el juego de la pelota, que aún se menciona por los años 1809. En el balcón de la casa que era propiedad del regidor Luis de Valenzuela Marrufo, presenciaron fiesta de toros, que se hacían en la calle, el rey Felipe IV con su hermano, el infante don Carlos y el rey Sebastián de Portugal. En 1740 se dice ya de la Pelota. Así se llamaría hasta el 23 de Abril de 1855, en que oficialmente se le puso el rotulo de “Alonso el Sabio”.


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CALLE ALCALÁ GALIANO:

Alcalá Galiano, de la “ Manzana” se llamó, hasta que en 1º de Septiembre de 1893 acordó el Municipio darle el nombre actual. En el año 1855, se conocía por “Pero Nuño” único Conde de Buelna, donde el doncel de D. Enrique III, valiente marino y experto diplomático, que figuró en las Cortes de 1419. No ligeros apuntes, sino extensa biografía, merecía, si este libro lo permitiese, el elocuente orador, batallador político e hijo de Cádiz D. Antonio Alcalá Galiano, hijo del valiente marino D. Dionisio Alcalá, que alcanzó gloriosa muerte en Trafalgar al mando del navío Bahama.



Nació en Cádiz el 22 de Julio de 1789, muy pequeño dio a conocer su naturalidad, talento y personalidad, componiendo unos versos a los cuatro años de edad; abandonó la carrera militar por la diplomática, y a los diecinueve años se encontraba en Madrid cuando ocurrió el alzamiento general de España contra los franceses, señalándose como defensor de la causa nacional, con sus ardientes artículos y poesías. Al volver a Cádiz, centro en aquellos días de todos los organismos de la nación, se dio a conocer como hábil periodista, empezando su carrera administrativa al ingresar en la Secretaría de Estado, pasando después a la Secretaría de la Legación de Suecia, año de 1813. Obligado por contrariedades de familia e influido por nuevas amistades, tomó parte activa en las conspiraciones de aquellos turbulentos días. Contribuyó al alzamiento del ejército en las Cabezas de San Juan, en los años 1822 y 1823, fue uno de los más fogosos radicales de la minoría. Amigo de Isturiz, Saavedra, Argüelles, y otros conspicuos políticos, también lució sus facultades oratorias en la celebre Fontana de Oro. La invasión de cien mil franceses para apoyar los derechos absolutos de Fernando VII, dio lugar a la famosa retirada de las Cortes y el Rey a través de Castilla y Andalucía.
Personificación de aquella asamblea fue Alcalá Galiano; la preside en Sevilla cuando en la memorable sesión fue suspendida la autoridad real; y fue el autor de la proposición de la incapacidad del Rey. Su pronta huida a Inglaterra en 1823, le libró de las persecuciones y de la muerte. Doce años duró su emigración. Los sucesos sangrientos ocurridos en la noche de San Daniel (10 de Abril), parte de cuyas responsabilidades le alcanzaban, su avanzada edad y la lucha con sus ideales liberales, hicieron que en el mismo Consejo de Ministros se sintiera indispuesto y falleciera al día siguiente, 11 de Abril de 1865. Hombre muy superior a los de su época, fue envidiado y combatido con saña, literato de mérito eminente, adquirió fama como polemista y orador elocuentisimo. Sus memorias, que arrojan gran luz sobre los acontecimientos políticos ocurridos a principios del siglo XIX, fueron publicado por su hijo en Febrero de 1896, formando dos tomos de regulares dimensiones. Fue condenado a muerte por presidir la Asamblea de Sevilla, en la que incapacitó a Fernando VII, tras la invasión de los Cien Mil hijos de San Luis.
Esta calle en la actualidad lleva el nombre de Corneta Soto Guerrero, por un soldado de la guarnición de Cádiz que fue el primer muerto en nuestra ciudad el 18 de Julio de 1936 perteneciente al Ejército “Nacional”.


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ALAMEDA DE APODACA:

Alameda de Apodaca, recibe este nombre la parte del recinto convertida en amenos jardines, comprendida entre la calle Fermín Salvochea y la de Ustariz. Hasta el 17 de Junio de 1856 se le conocía solamente por Alameda fecha en que se le agrega el nombre de Apodaca. Varias transformaciones han sufrido este paseo, el más antiguo y uno de los más bellos de Cádiz. Antiguamente se conocían estos terreno por “Caletilla de Rota” formando parte del Campo de la Jara. Antes de existir la muralla, aunque a bastante altura sobre el nivel del mar, podía bajarse por las escabrosidades o veredas hasta la pequeña cala o caleta, donde estuvieron situados los baños del Carmen.



El origen de este paseo, según D. Adolfo de Castro, fue que en el año 1617 acordó el Ayuntamiento establecer una fuente en la plaza de la Corredera (hoy de San Juan de Dios); para abastecerla de agua fue necesario abrir unos pozos los cuales fueron cercados por un muro, y en sus inmediaciones se plantaron álamos y parras para ocio y recreo el público. Llega a tomar tal importancia este paseo que el día 26 de Diciembre de 1621 se crea el destino de Alcaide de la Jara y Guarda de la Alameda.


La primitiva alameda tenía mayor espacio o anchura por estar distantes las casa, las continuas edificaciones llevadas a cabo hicieron que fuese estrechándose las distancias, hasta que por los años 1750 a 1754 el teniente D. Juan de Villalba dedicó preferente cuidado a la formación de una nueva alameda, prohibiendo para siempre el avance o construcción de nuevas casas. Al final de los edificios y por la parte de poniente (frente a la Iglesia del Carmen) hizo trasladar la estatua y fuente de Hércules que existía en la plaza de la Corredera, formando un pequeño jardín. Este desapareció después, lo mismo que la fuente, sustituyéndola por la estatua de Lucio C. Columela, procedente de la plaza de la Constitución. Después fue quitada de este lugar y colocada en una hornacina que se le formó en el antiguo jardín de las Delicias. Carecía de valor artístico. El paseo, en principio. Lo formaban tres hileras de árboles, después se construyó el salón alto, llamado de Cristina, en honor de la Reina Gobernadora, empezando las obras en 1836, siendo Alcalde D. Ángel María Castriciones, y se terminó en 1843 por D Javier de Urrutia. En esos trabajos se ocuparon a los deportados carlistas, que habían sido recluido en nuestra ciudad; formaba un espacioso y bello salón con cuatro entradas y escalinatas de mármol; adornaban estas entradas altos pedestales, también de mármol que sustentaban estatuas de escaso mérito y valor. A cada uno de los lados existentes había dos jardines más bajos que el pavimento del paseo con cómodos asientos de mármol y glorietas circulares, desde las cuales se observaba la hermosa perspectivas del mar.


Comprendía este paseo y después de cruzar un pequeño cuadrado de pavimento asfaltado, se entraba en el salón bajo, que terminaba casi en la misma alineación de la calle Buenos Aires. Más estrecho que el anterior, se componía de dos largos jardines, encerrados en altas verjas de hierro con dos soportes de piedras, apoyados en un asiento corrido a lo largo de todo lo alto del paseo, de hermosas vistas aunque de triste aspecto.


Ambos paseos o salones, como vulgarmente se le llamaba, fueron reformados al gusto moderno entre los años 1893 a 1895, desapareciendo las verjas y asientos, quedando los jardines transformados a la inglesa.


El pequeño montículo que existe próximo a la calle Buenos Aires hasta la de Fermín Salvochea, no ha sufrido grandes variaciones a así aparece en grabados antiguos; solo fueron sustituidas las hileras de asientos de piedras con respaldos de hierro por los actuales, que fueron colocados en el año 1893.


El nombre de Apodaca se le dio a estos sitios en recuerdo y gratitud al Ilustre Almirante de la Armada D. Juan Ruiz de Apodaca y Elíseo, Conde de Venadito, título que le fue concedido por la pacificación de Nueva España (México), en donde conocido sus dotes militares y diplomáticas fue investido con el alto cargo de Virrey. Desde que tomó posesión del mismo, consiguió grandes ventajas sobre los insurrectos, no sin sostener continuo combates; a la vez y sin desatender la guerra, reorganizaba la Administración y la Hacienda, consiguiendo dejar extinguida la insurrección antes de los seis meses de su mandato.


Este distinguido marino nació en Cádiz, el 5 de Diciembre de 1753, haciendo rápida y brillante carrera que le permitió llegar en 1830 a Capitán General de la Armada. En la isla de Cuba, cuyo mando superior también desempeñó, dejó gratos recuerdos, y en su honor existe una calle llamada de Apodaca. Proclamada la Constitución en la Península en 1820, y obligando a proclamarla en México, vaticinó la perdida de las Colonias; levantado en armas el país, nuevamente se encendió la lucha, y con la traición de Iturbide y otros jefes españoles se convenció que aquella era imposible y volvió a España, donde obtuvo otros elevados cargos. En 1823 fue elegido por la ciudad de Cádiz, en unión del Marqués de Casa Irujo, para solicitar la concesión del puerto franco, lo que lograron por su prestigio e influencia, mereciendo el agradecimiento de la Ciudad. Falleció a los 81 años, el día 11 de Enero de 1835. De este elevado prócer descienden el General Auditor de Marina D. José Varcarcel y Ruiz de Apodaca, el Gobernador Civil que fue de esta provincia D. Fernando de Gabriel y Ruiz de Apodaca, y otros distinguidos oficiales de la Marina de Guerra.


Entre los dos tramos de la Alameda se encuentra el monumento al Marqués de Comillas, que fue realizado por el escultor Antonio Parera y se costeó por una suscripción hispanoamericana. La primera piedra se colocó el 9 de Octubre de 1919 y se inauguró el 12 de Octubre de 1922. Tiene una cripta, donde estuvo instalada una biblioteca hispanoamericana y que hoy no se utiliza. Allí se colocó la estatua de Lucio Balbo que estuvo en San Antonio.


El Marqués de Comillas, Claudio López Bru, nació en Barcelona, en 1853 y fue gerente de la Compañía Trasatlántica, falleciendo en 1925.


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CALLE ADOLFO DE CASTRO

Fue el que ideó y llevó a cabo la más radical transformación de la nomenclatura de las calles de esta ciudad; el que las popularizó, dando a conocer sus pequeñas historias, que también las calles, como los pueblos la tienen; el eximio historiador de Cádiz, el eminente literato, gloria de su patria, no podía ser olvidado. Dicho esto, no es extraño que nos embargue el temor de profanar con nuestra torpe pluma su memoria, empequeñeciendo sus legítimas glorias. D. Adolfo de Castro y Rossi era gaditano de abolengo; sus padres también lo fueron, nació en 6 d Septiembre de 1823, siendo bautizado en la Parroquia de San Antonio, en la cual había de anotarse su fallecimiento el 13 de Octubre de 1898. A Cádiz dedicó todo su saber y aptitudes y demuestra su amor a la ciudad natal renunciando al alto puesto que le ofrecieron en la capital de la Nación, donde su talento hubiera encontrado más ancho espacio para su desarrollo.



Gobernador Civil de esta provincia, por empeño del Sr. Vadillo, empezó su carrera administrativa en donde otros la terminan.


Sus pocos años no fueron obstáculo para desempeñar tan difícil cargo en época tan agitada como lo fue el año de 1854 y cuando afligía a la ciudad una epidemia de cólera. En Sevilla ocupa el puesto de Secretario de aquel gobierno, quedando después de gobernador interino. Al volver a Cádiz fue elegido para gobernador interino, nombrado más tarde para la tercera Alcaldía y elevado a la primera, cargo que desempeñó hasta 1850. Sus gestiones como Alcalde son dignas de loar; libró del servicio Militar a todos los quintos pobres, introdujo el adoquinado en la pavimentación de las calles, creó escuelas y empezó los trabajos para que el Ferrocarril de Madrid al Puerto de Santa María llegase hasta Cádiz, con otras reformas de reconocida utilidad para la población.


Nombrado Gobernador Civil de Huelva, la Corporación Municipal dispuso colocar su retrato en la galería de hijos ilustres de Cádiz, con una descripción honorífica, y también la acuñación de una medalla de oro con igual lema. Al cesar en Huelva es nombrado Secretario del Ayuntamiento de Cádiz, cargo que desempeñó hasta la revolución de Septiembre de 1868. Volvió a ocupar la Secretaría en 1869, año en que fue objeto de un atentado personal renunciando al poco tiempo al cargo, y terminando así su carrera administrativa. Su vida de erudito y literaria en su mayor gloria; sus profundos conocimientos revelados en sus numerosas publicaciones y el arte del buen decir, en el que superaba a los mejores prosistas castellanos, le hicieron alcanzar uno de los primeros puestos entre los escritores españoles; sus obras recibidas con avidez, no por el vulgo sino por los más profundos pensadores Al terminar las ediciones españolas sus obras eran traducidas en inglés y francés.


Sin atrevernos a emitir juicio alguno acerca de ese coloso de la literatura, cuando tantas opiniones se han publicado sobre sus méritos, nos limitaremos a dar a conocer algunas de sus obras; “Historia de los Judíos españoles” (1847), “El Buscapié” (1848) que fue motivo de enconadas polémicas; “Los protestantes españoles, poetas líricos de los siglos XVI y XVII” (1861); “La Tabayda de Estacio”, “Ernesto Renan ante la erudición sagrada y profana”; “Serena”, novela que lleva el nombre de su hija; “La cierva herida”, que superó a la “Eloísa” de Rouseau, y otras muchísimas. Sus punzantes criticas son modelo en sus calles o clases, “Carta del otro mundo y proceso del iracundo bibliotecario bibliopirata don Bartolomico Gallardete”, y el folleto “Pobrecito de mi alma”, critica de un certamen celebrado en esta ciudad.


También escribió variedad de artículos para periódicos, y fue director de “La Palma” y de “El Constitucional”. Enfermo y achacoso no dejó de trabajar hasta su muerte, el Ateneo rindió tributo al sabio gaditano, los periódicos de la región y los de Madrid le dedicaron sentidos artículos, reconociendo todos que la literatura y la Historia patria le debían inapreciables servicios constituyendo, el triunfo de la verdad, frente a inexactitudes y errores que la ignorancia y el tiempo había acreditado. Las obras de D. Adolfo de Castro, decía un periódico sevillano, son un monumento que debe conservar como sagrada reliquia el pueblo de Cádiz. A solicitud de la Asociación de la prensa gaditana, el Excmo. Ayuntamiento acordó colocar una hermosa lápida conmemorativa en la casa que falleció (calle Cervantes). El nombre de Adolfo de Castro, fue dado el 24 de Marzo de 1899, a la calle de “El Molino”. Desde antes de la invasión de los ingleses en 1596 existía en el “Camino de la Jara” un molino de viento hacia el sitio donde después se formó la calle que tratamos y cuyo frente correspondía a la calle de San Isidro, primero se llamó “La Horca de los Franceses” en una vista de Cádiz sacada en el año 1550, se halla designada con este nombre, que conservaba en 1696. En 1718 ya se llamaba de “El Molino de Viento,” y en 1796 solo con el del “El Molino”. En 1855 se le rotuló con el nombre de “Julio Cesar”.


A este molino sin duda alude la licencia, de que habla el acta capitular de 4 de Mayo de 1674, dada por el príncipe de Montesarcho, para continuar labrando en nueve sitios o suelos contiguos al molino, que años pasados había comprado al maestro de campo don Antonio de Céspedes.


Fue condecorado con las cruces de Beneficencia de primera clase y de María Victoria, siendo “ Individuo Benemérito” de la Real Academia de la lengua. Se cuenta que fue expulsado de la Biblioteca Colombiana de Sevilla, por sustraer hojas de los libros que consultaba y que entre sus excentricidades estaba el hacerse planchar diariamente su sombrero de copa cuando era Alcalde de Cádiz.


El nombre de Horca de los franceses derivó en Oca de los franceses y de ese a Oca, nombre que se le sigue dando a la plazuela que se forma en el centro de la calle. Dicha plazita, pasó a ser de dominio público al no cumplir su propietario las condiciones marcadas por el Ayuntamiento, entre ellas vallarla y dotarla de alumbrado.


En 1855 se le puso el nombre de Agripa por el General romano Marco Vespaciano Agripa, artífice principal de la victoria en la batalla naval de Accio, que fue gran benefactor de nuestra ciudad, otorgándosele el título de “Padre del Municipio” y acuñándosele con este motivo unas medallas. Después de este nombre, la plaza de la Oca tuvo el de Lola Membrives, famosa actriz, que aún ostenta en la actualidad. El Ayuntamiento en su reciente acuerdo de cambio de nombres contempla, en su segunda fase, que vuelva a llamarse plazuela de la Oca.


Adolfo de Castro y Rossi, una de las más grandes personalidades gaditanas, nació el 6 de Septiembre de 1823, falleciendo también en Cádiz el 13 de Octubre de 1898.


En el número 9 de esta calle estaba situada la Escuela Normal de Magisterio.


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CALLE AHUMADA:

De la familia Ruiz de Ahumada proviene este nombre, anteriormente se llamó del “Capitán Gaspar de la Rosa” y por el año 1628, según Escalera, abrió esta calle a su coste Dª Catalina Ruiz de Ahumada, viuda de D. Juan Alvarez Carranza, Corregidor de la plaza de Ayamonte. Para otros, esta Señora costeó las obras de mejoras de la vía, que existía con anterioridad a esta fecha. En 1932 se le puso el nombre de “México,” como homenaje del Ayuntamiento a Latinoamérica, volviendo posteriormente a su nombre tradicional.


Es de creer que la calle ya estaba formada; esta señora, al labrar o mejorar las fincas que en ella poseía, solo hizo reformarla, dejándola como al presente.



En 1674 aparece como de “San Lorenzo” nombre que le fue dado por D. Lorenzo Francisco de San Millán, funcionario del Consejo de S. M. en hacienda y juez especial de la Casa de Contratación, el cual adquirió una casa al Capitán Ruiz de Ahumada. Dicho nombre de San Lorenzo no fue de dominio público, porque en 1709 aparece en distintos documentos como del Capitán Ruiz de Ahumada, de San Lorenzo y de Ahumada.


Este Capitán, de ilustre abolengo, era cordobés, murió en el año 1703, dejando una fortuna calculada en dos millones de reales, en la casa nº 13 antiguo 12 actual, a esta familia pertenecía los Duques de Ahumada, los Condes de Poblaciones, Marqueses de Camponuevo, de Monserlud, de Cansinas y del Socorro, este último título nobiliario lo llevó el general Solano. En el año 1912 el Duque de Ahumada residía en Madrid.


En el año 1932 el ayuntamiento acordó rotularla con el nombre de México.





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CALLE ABREU

A esta pequeña calle sin salida correspondió en la reforma general de los nombres de las calles y plazas y numeración nacional de sus edificios, verificada en el año 1855, el religioso franciscano hijo de Cádiz, Fraile Pedro de Abreu (a) Abrevo, hombre de no escasos méritos, que profesó a los veinte años en la religión del Patriarca de Asís.
Predicador, doctor en filosofía, comisario general y definidor de las provincias de Andalucía, se dedicó a las letras publicando varias obras, dos de ellas impresas en Cádiz en 1610 y 1617, dejando inéditas “Descripción de la antigua y noble ciudad de Cádiz” e “Historia del saqueo de Cádiz por los ingleses”.

Lo mismo que Escalera, lo damos como hijo de Cádiz, siguiendo la opinión de Cambiazo, pues si bien no llegó a publicar su biografía, lo da como tal, aunque se ignoran los fundamentos que para ello tuviera.
Fraile Pedro de Abreu, nada aclara de este particular en sus obras, en las que hablando de sí mismo, dice; que estudió en su juventud en el Convento de San Francisco de Sevilla, donde residió hasta los veinticinco años, que por espacio de veintitrés, estuvo leyendo Teología escolástica en la gran ciudad de Sevilla(1590), en la Universidad de Osuna y en otras ciudades; en 1613 visitó la provincia de Cantabria, acompañado del general de la Orden.
Su libro Saqueo de los ingleses tiene gran valor histórico, testigo presencial de aquellos sangrientos sucesos, su lectura despierta gran interés, en su narración resplandece la verdad, no muy grata para el Corregidor y personas importantes que mandaban en aquellos días, a los que amargaron tanto las revelaciones de Fraile que impidieron la publicación de la obra, como aparece en actas capitulares de 19 de Febrero de 1609. Desconocido hubiera quedado tan interesante relato si el eminente escritor D. Adolfo de Castro, no demostrara empeño en su publicación, acordándose esta en 1866, aportando el Sr. Castro interesantes documentos relativos al suceso, procedentes de manuscritos de la Biblioteca Nacional de la Real Academia de la Historia y del Archivo de la Catedral Hispalense. En el año de 1911, se publica una nueva relación de aquel suceso, tomada de la rica colección del ilustre bibliógrafo Sr. Duque de T Serclaes, al parecer desconocido del Sr. Castro. Hasta el citado año de 1855 se conocía esta calle por el nombre de “La Cabra” aparece en documentos públicos en 1856. En 1864 se conocía por” Doña Juana Nevado” posteriormente se llamó de “Cotiño” luego de “San Vicente” y después de “San Cayetano” ignorándose el origen y causas de estos cambios de nombres. Esta estrecha calle, que como hemos dicho ha carecido de salida, se proyectó dársela por el Campo del Sur.
De esta servidumbre o calle de ”Santa Ana” no hace mención ni Castro ni Escalera y, sin embargo, aparece señalada en los planos de esta ciudad, tantos antiguos como medianamente modernos. También en el plan general de alineaciones, formado por el notable arquitecto D. Francisco Ortiz de Viena, se indicaba la citada reforma. A petición de D. Diego Ojeda. En Cabildo de 1º de Febrero de 1888, se permitió la ocupación temporal de casi la mitad de la calle, abonando un canon anual, concesión ampliada en 1910, bajo iguales condiciones, para ocupar mayor extensión.
Esta calle tuvo la particularidad de que terminaba en una reja perteneciente a la fábrica de harinas “Harinera Castro S.A.” y sufriò varias aperturas, para tener acceso al Campo del Sur, dictadadas por los Ayuntamientos de 1870 y 1931..

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CALLE VALVERDE



El 6 de Julio de 1871 se acordó llamar así a la calle del Beaterio, en la que falleció Valverde, fue alcalde de Cádiz, nació en Valencia en 1811. Se llamó calle del Beaterio por la fundación que a fines del siglo XVII estuvo establecida en la casa nº 3 y terminó en 1823 `por lo que también se le decía calle de las Beatas y según el padre Concepción, en la calle San Pedro y según él, esquina a la de Juan de Oñatez se estableció el Beaterio de Hermanas Terciarias de San Francisco.



El ensanche de esta calle se llamó plazuela de Orta por Don Juan Orta, regidor de 1685. Ya hemos dicho que esta calle, unida a la del Beaterio y la plazuela de Orta, llevó en 1855 el nombre de los Balbos.




En 1873 y sin comprender nosotros el motivo, fue sustituido el nombre del digno alcalde por el de Galileo, renombrado astrónomo y físico italiano.




Valverde benefició en la construcción de gran teatro y la reinstalación dela fabrica de tabacos, terminando vida, tan bien aplicada en la citada fecha de Julio día 16. La llegada del ferrocarril hasta Cádiz, el ensanche de la ciudad por extramuros reduciendo la zona de fortificación, la ampliación de la plaza de la Catedral, quitar la pescadería de la calle de la Aduana, el embellecimiento y ampliación de la casa capitular, con la apertura simultánea de la calle San Antonio Abad.




El anuncio de concurso para un teatro de primer orden y derribo de los puestos de la plaza de San Fernando, la reivindicación de la plaza de la Merced, llevando la fabrica de gas al extramuros y adquiriendo fincas para mayor capacidad de aquella, dar entrada a la ciudad por el compás de Santo Domingo abriendo dos puertas en aquella muralla, la creación de escuelas de niños, el establecimiento del instituto provincia, las mejoras del museo de pinturas y las de las plaza de Mina, de Fragela y adoquinando varias calles.




Creó las fiestas de Carnaval y fue el indicador de la velada de los Ángeles, al mejorar los festejos del Corpus, la traída de aguas del Tempul y el recibimiento de la Reina Isabel II en 1862.

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