jueves, 5 de enero de 2012

SEGUNDA AGUADA








Segunda Aguada.- se denominaba así el pequeño abrigo donde en lo antiguo hacían su aguada los buques de la procedente de los pozos, algunos muy regulares, que existen en extramuros.


                También se le decía punta de las vacas o de la vaca, a la parte saliente o promontorio que la resguardaba de los vientos, en la primera aguada.







                El nombre de segunda aguada se generalizó y es una de las que anuncia  como primera en documentos oficiales al referirse a estos terrenos, ya lo hemos visto al copiar el callejero de 1830. La primera aguada ha sido lugar predilecto de los gaditanos por su pintoresca situación y vistas a la bahía, ha cambiado mucho su modificación con las obras del ferrocarril, al construirse el terraplén, ganando terrenos al mar, se les unió con los muelles, estando antes separada de estas por una espaciosa faja de mar que llegaba hasta las murallas de Santo Domingo, aislando el barrio de San Severiano.


                La construcción de los muelles de lacassigne y de la exposición marítima, contribuyeron también a variar estos lugares, que lentamente se han ido desmontando. Tiene gran valor histórico las antigüedades que desde hace tiempo se han venido encontrando al verificar estos desmontes.




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Carlos Fernández Shaw





En su ciudad natal cursó las primeras letras y la secundaria, aunque Pedro Sainz de Robles afirma que estudió en el Instituto de Noviciado, en Madrid; el caso es que el dramaturgo siempre se quejó amargamente del poco caso que le hicieron sus coterráneos. En Cádiz, empero, ganó como estudiante varios premios de poesía.

En 1883 publicó su primer poemario, Poesías, y cuatro años más tarde Tardes de Abril y Mayo bajo los auspicios de Gaspar Núñez de Arce. Se traslada a Madrid para estudiar Derecho y se licencia por la Universidad Central. Fue secretario y más tarde director de la Sección de Literatura del Ateneo de Madrid. Colaboró en La IlustraciónEl Correo, ABCBlanco y NegroNuevo Mundo y Por Esos Mundos. Fue redactor de La Época desde 1888 hasta 1899, año en que abandonó el periodismo para dedicarse exclusivamente al teatro, en lo que tuvo que ver sin duda el formidable éxito de la zarzuela La revoltosa (1897), cuyo libreto había compuesto junto a José López Silva. Esta colaboración fue el comienzo para ambos de una fructífera relación creativa en el campo del teatro lírico. En 1910 enferma de neurastenia; el 30 de mayo de 1911 ingiere veneno en un rapto de locura y casi fallece en ese conato de suicidio, si bien a los pocos días (7 de junio) dejó de existir en el Pardo tras largos padecimientos. Su hijo Guillermo (famoso autor de las zarzuelas Doña FrancisquitaLa rosa del azafránLuisa FernandaLa tabernera del puerto), se hizo cargo de sus proyectos de colaboración interrumpidos como libretista de zarzuelas con el dramaturgo Federico Romero Sarachaga. Está enterrado en el Cementerio de la Almudena de Madrid, y en su lápida están estos versos suyos: "Cuando sueño con la Muerte / sueño también con mi tumba; / tumba de piedra sencilla, / donde me busque la luna..."Como poeta se le considera un precursor del Modernismo junto a Manuel Reina y Ricardo Gil; fuera de su etapa inicial, marcada por el sello de Gaspar Núñez de Arce, y que se recoge en el amplio volumen de Poesías (Madrid, Imprenta de Fortanet, 1883), se le deben en esta faceta los libros Poesía de la sierra (1908, segunda edición corregida y aumentada en 1913), considerado su obra maestra; Poesías del mar (1909), que fue también muy alabado por la crítica; La vida loca (libro de versos) (1909); El poema de caracol. Poema picaresco (1909), El alma en pena (1909[cita requerida], libro dedicado a la memoria de su padre),El amor y mis amores (Poemas ingenuos) (1910), La Patria Grande (Cantos marciales - Odas cívicas - Poemas rústicos) (1911);, Poemas del pinar (1911),Cancionero infantil y Los últimos cantares. También cultivó la leyenda: El defensor de Gerona: leyenda (Madrid: Gutenberg, sin año). Una antología de sus versos, El canto que pasa: antología poética (1883-1911), realizada y prologada por su hijo Guillermo, fue publicada en Madrid en 1947 por Aguilar. Sus Poesías completas fueron recogidas e impresas con prólogo de Melchor Fernández Almagro (Madrid: Gredos, 1966, Gráficas Cóndor).

Como autor dramático escribió sainetes (No somos nadie, 1909, con Francisco Toro Luna), pero se consagró especialmente al género chico y a la zarzuela. Fue autor junto con José López Silva, su coautor preferido, de uno de los exitazos de este último género, La revoltosa (1897), y siguió colaborando con él en El gatito negro (1900) y El alma del pueblo, (1905) ambas con música de Ruperto Chapí, entre otras piezas. Él solo escribió los libretos de las óperas Margarita la Tornera (1908), también de Chapí, y Las grandes cortesanas (1902). Escribió sobre todo en colaboración, aparte de con el mencionado José López Silva, también con otros autores como Luis López Ballesteros (Columba, 1910, ópera con música de Amadeo Vives, o La buena Ventura, 1901, inspirada en la novela de Cervantes), Javier de Burgos (La llama errante, zarzuela de 1888), Carlos Arniches (El baile del CasinoLos pícaros celosEl maldito dineroLa canción del náufrago), Tomás Luceño, Eusebio Blasco, Ramón Asensio Mas, Pedro Muñoz Seca (Las tres cosas de Jerez, 1907) y muchos otros. Hizo también revistas (Instantáneas, 1899, con Carlos Arniches y López Silva), juguetes (El hombre feliz), parodias (Sotero Chorli o Contra un padre no hay razón), dramas (La bendición) y comedias (La venta de Don Quijote, 1904; Las figuras del Quijote, 1910). También hizo el libreto de La vida breve, con música de Manuel de Falla.



Refundió obras clásicas, como Las castañeras picadas, sobre el sainete homónimo de Ramón de la Cruz, o Don Lucas del Cigarral, en colaboración con Tomás Luceño y con música de Amadeo Vives, sobre Entre bobos anda el juego de Francisco de Rojas Zorrilla. Las bravías: sainete lírico en un acto, dividido en cuatro cuadros (1897), de José López Silva y Carlos Fernández Shaw, con música del maestro Chapí, se inspira en La fierecilla domada de Shakespeare. En el episodio de Paolo y Francesca de la Divina comedia de Dante Alighieri se inspira La tragedia del beso: poema dramático en tres cantos Madrid, 1910 (R. Velasco imp.). Asimismo adaptó varias obras de François Coppée (La bendiciónEl certamen de CremonaSevero Torelli -parodiado luego por él mismo en su Sotero Choreli-). En el Don Álvaro, o La fuerza del sino del Duque de Rivas se inspira El final de don Alvaro: drama lírico en dos actos, con música del maestro Conrado del Campo (1911).


Recopiló sus cuentos en La pícara Olalla, Madrid, sin año, aunque póstuma según el prólogo de su hijo Guillermo; esta obra incluye asimismo su famoso Poema de caracol. También escribió el discurso Relaciones entre la ciencia y la poesía: memoria leída en el Ateneo de Madrid la noche del 1º de diciembre de 1884 (Madrid: Guttenberg, librería nacional y extranjera, 1885, Imp. de Manuel G. Hernández)





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Diego Fernández Montañés y Alvarez




El mayor benefactor que Cádiz haya tenido.





Sin duda alguna, el mayor benefactor de la ciudad de Cádiz. En 1874 los gaditanos quedaban asombrados al conocer que Diego Fernando Montañés, un comerciante que llevaba muchos años residiendo en Madrid, había legado su inmensa fortuna en beneficio de la ciudad que le había visto nacer. Montañés encabezaba su generoso testamento señalando su orgullo por haber nacido en Cádiz, añadiendo que sus “buenísimos padres, Gabriel Quintín Montañés y María del Pilar Blanca Álvarez, también eran gaditanos”.







Las cifras eran fabulosas y dedicadas a “llevar aguas potables a Cádiz, limpiar el puerto, establecer una granja modelo y crear un Colegio Naval Civil”. Desgraciadamente, la testamentaría de Montañés, encabezada por el famoso abogado y político Francisco Silvela, estuvo largos años pleiteando con el Ayuntamiento de Cádiz en orden a la aplicación del legado. Por fin hubo acuerdo entre las partes y en en 1879 la testamentaría se hace cargo de las obras del muelle y en 1883 procede a comprar el abastecimiento de aguas potables a la sociedad `The Cádiz Water Work Limited’, incluidos los manantiales de la Piedad, en El Puerto.




Sede de Aguas de La Piedad, en El Puerto, donde existían las colonias infantiles de niños gaditanos que iban a esa zona de la ciudad vecina, en diversas temporadas.




Portada de la Revista de Obras Públicas de 1888, donde se recoge el Abastecimiento de Aguas a la Ciudad de Cádiz.

Con el remanente aún se pudo acometer la construcción del muelle de hierro de Puntales y colaborar sustancialmente en la creación del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Cádiz. En los años veinte del pasado siglo, el Ayuntamiento de Cádiz encargó al famoso escultor, Juan Cristóbal, una escultura de Montañés, que fue colocada en el lugar que hoy ocupa la fuente de las Tortugas. Posteriormente la escultura de Montañés pasó a un lateral de la Diputación Provincial y hoy está colocada en los jardines de Canalejas. Una estatua, como tantas, un tanto viajera.

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miércoles, 4 de enero de 2012

Calle Hercules










La calle Hércules, que se encuentra entre Mentidero y Fragela, lleva este nombre desde la antigüedad, únicamente ha ostentado otro, con el que se encuentra citada en documentos de 1686, San Servando y San Germán.


                Hércules, según la mitología, mantiene analogías con los dioses asirios y fenicios y su culto muy extendido en el mundo antiguo: dios del sol y de la fuerza, nació en Tebas, de la unión de Zeus con Alomena, esposa de Anfritión, murió a causa del fuego que le produjo su túnica empapada de la sangre de Neso. En su caída incendió un bosque, subiendo al Olimpo entre los fulgores de las llamas, lo que se equipara a la imagen de la puesta del sol.


                Hércules es considerado un atrevido navegante y conquistador, que dominó y pobló Cádiz 1770 años antes de Cristo  la fundación de nuestra ciudad no se atribuye a él, sino a Tharsis, nieto de Jofer. Hércules estableció en Cádiz su trono después de dar muerte a los Geriones, cambiado el nombre de Tartesos por el de Gades, dejó el reino de Hispalo, a quien sucedió Hipan y volvió a ocuparlo en el año 1678. En Santi Pectri le fue levantado un templo, de cuya magnificencia hablan entre otros Estrabón y Plinio. La leyenda indica que Hércules murió y fue sepultado en Cádiz. Asimismo, entre las acciones que se le atribuyen está la lucha con dos leones, que simbolizan la apertura del estrecho de Gibraltar. El culto a Hércules se mantuvo durante muchos siglos entre los gaditanos. Alfonso X conservó la mitología al darle su figura al escudo de la ciudad. En Cádiz existían dos torres llamadas de Hércules en 1550, una donde hoy está torregorda y la otra como doscientos pasos más cerca de la ciudad, ambas iguales de altura, dice Adolfo de Castro, la ultima de ellas posiblemente fue destruida cuando el saqueo de los ingleses, porque en el siglo XVII solo se habla de una torre.


                Esta fue totalmente destruida en el terremoto acaecido el 1 de Noviembre de 1753. Por otro lado, las dos columnas del non plus ultra del que habla los antiguos historiadores pudieron ser las dos torres que señalaban la entrada del Puerto de Cádiz, una en la punta de la isla de San Sebastián, donde hoy está el faro, y otra también altísima, e igual en el Cabo Candor. Servían para avisar con fuego nocturno la entrada y el peligro de los puertos.

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Plaza de Mina









La plaza de Mina es el paseo favorito de los gaditanos, la hermosa plaza de Mina, se formó sobre el área de la huerta del convento de San Francisco, se construyó en 1838, los ayuntamientos de 1841 y 1842 verificaron las obras de ornato, lo que llevaron a cabo con tanta  diligencia y esmero, que publicada la cuente el 25 de Noviembre, viose que solo había costado 178.272 reales de vellón 20 maravedies. La plaza cuyo perímetro exterior era igual al actual tenía entonces tres hileras de arboles, que formaban dos calles embaldosadas, cerrada por asientos de material y respaldos de hierro fundido, que fueron traídos de Sevilla.


                Además, por todo su interior había un ancho emparrado de hierro, quedando el centro del paseo con un empedrado menudito, sin que llegase a levantar el monumento y estatua que se había acordado erigir al general Espoz y Mina, posteriormente, en 1861, se hicieron en este dos jardines, con unas plataforma o tablado para la música, después se quitaron los emparrados.


                Cuando la manía  de las aguas, fue una manía concejil colocar fuentes en todas las plazas, se quitó la plataforma y se construyó ancho pilón con algunos juegos de combinación de aguas, al quitarse pasado tiempo, la fuente, fue sustituida por un parterre con una gran azucaira en su centro.


                Antes estuvo allí colocado un candelabro, trasladado después a la plaza del Loreto y de esta a la Merced, los jardines estaban cerrados por barandillas de hierro, y en cierta época eran cerradas de noche sus calles por ligeras verjas. En 1897 siendo alcalde don Benito Arroyo, se hizo la ultima transformación, imperando el gusto moderno; la primera disposición de los parterres no resaltó, verificándose otra bajo la dirección del Sr. Oliva. El nombre oficial, como hemos dicho, es de General Espoz y Mina, suprimiéndose por el uso las dos primeras partes, en el centro existe una casa con columnas, mandada a construir por los señores Carranza para la música de la ciudad.




                También estuvieron instaladas en Mina, las oficinas de diversos partidos políticos y asociaciones, como el centro republicano y sociedad económica de amigos del país y centro de unión patriótica. En el número y tres nació Manuel de Falla y en su fachada está instalada una lápida conmemorativa. Existe otra en el número doce dedicada al geólogo Macpherson. En el número ocho vivió Ana de Viya, y en los números diecisiete y dieciocho estuvo el Hotel Francia y París, que fue uno de los mejores establecimientos de esta índole en Cádiz. Francisco Espoz y Mina, que da nombre a la plaza nació en 1781 y falleció en 1836. Fue un valiente guerrillero de la guerra de la independencia. Alcanzó el grado de general y fue nombrado virrey de Navarra, durante las guerras carlistas, renunciando a este cargo y pensando ocupar la capitanía general de Cataluña.


 

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José Benjumeda y Gens









José Benjumeda y Gens fue un médico
y catedrático
español
nacido en Cádiz
en junio de 1787.




Ingresó de colegial interno en el Real Colegio
de Cirugía de Cádiz
 a los 17 años de edad. Obtuvo el premio de fin de carrera, expidiéndose Real
Despacho de primer profesor de
la Armada. Embarcó en el San Pedro de Alcántara
pasando a
la Habana
y a Veracruz, en donde atendió a las epidemias de fiebre
amarilla.




En noviembre de 1811 se le nombró disector anatómico del Real Colegio
de Medicina y Cirugía de Cádiz. En 1824 se le nombra catedrático
propietario de Anatomía teórica y práctica y Maestro
Consultor de la Armada Nacional.




Fue uno de los fundadores de la Sociedad
Médico-Quirúrgica de Cádiz . En 1843 se suprimen los Reales
Colegios y se transforman en Facultades de Ciencias Médicas, aunque el
de Cádiz parecía abocado a la desaparición, sus fuerzas vivas –comercio y
municipio a la cabeza– consiguieron su reapertura en 1844 y al año siguiente
se transformó en Facultad de Medicina de la Universidad Literaria
de Sevilla en Cádiz. En 1845 accedió Benjumeda a Decano interino y en 1847 es
el primer Decano de la
Facultad
de Medicina de la Universidad de Sevilla
en Cádiz. Aparece con el Nº 32 en el escalafón de 290 primeros catedráticos de 1849.




En un discurso conmemorativo a su antiguo profesor hizo una encendida
descripción de la batalla de Trafalgar desde el punto de vista médico.




Un alumno suyo llamado Federico Rubio y Galí escribió en su libro
"Mis maestros y mi educación" sobre D. José
Benjumeda :..."sesenta años de edad, pequeñuelo el cuerpo, un tanto
rechonchete, nariz breve y labios gordos. El tener los pies deformados por
juanetes y callos le obligaba a andar dolorido con torpeza y las piernas
abiertas influyendo tales circunstancias en su carácter, que resultaba
malhumorado y refunfuñón. Mas, como D. José era por dentro tan benigno,
indulgente y bueno, la apariencia contraria lo hacía más simpático, respetado y
querido... Siembre decía a todo que no pero después, accedía" .




Casado en dos ocasiones, tuvo ocho hijos del primer matrimonio. Tres de ellos Manuel, Federico y José Antonio destacaron como catedráticos de
Medicina. Tenía su domicilio en el barrio de Hércules, en la Plaza de Viudas nº 27 .
Fallecido en Cádiz el 27 de abril de 1870 .




Flor de Lis por el rey de Francia debido a los servicios prestados a los
franceses como cirujano en 1819. Médico de Cámara Honorario de Su Majestad;
Vicepresidente de la
Academia Nacional
de Medicina y Cirugía; Vocal de la Junta de Instrucción
pública; Vocal de la
Junta Provincial
de Sanidad por Real nombramiento; Caballero
Comendador de la Orden
de Carlos III; Caballero Comendador de la R.O. Americana de
Isabel la Católica,
miembro de la
Sociedad Económica
de Amigos del País. Médico de Cámara Honorario del Ilustre y Real Cuerpo de Maestranza de
Caballería de Ronda .




En el patio de la Facultad
de Medicina de Cádiz hay un busto suyo de bronce y en el Decanato un retrato al
óleo. El Ayuntamiento, en Cabildo de 20 de mayo de 1870 acordó poner el nombre
de Benjumeda a la antigua calle de La
Zanja
, afluente a la Facultad de Medicina, que todavía perdura.

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La buena gente


LA COLECCIÓN DE VÍDEOS DE CÁDIZ











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Octubre







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Sierra de Cádiz


LA COLECCIÓN DE VÍDEOS DE CÁDIZ












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Diciembre al sol.

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2012






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desde el aire






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Asi es Cai









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Turismo













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Cádiz. Décadas 70 80.wmv. Cádiz antiguo.









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martes, 3 de enero de 2012

Plaza de Fragela






 (actual Plaza de Fragela)


Plaza del Rey Alfonso XII.- la plaza de San Fernando se llamaba en 1687 de Inocencio Carrega, en 1762 se conocía por el del Campo Santo y también por Hospital del Rey


En 1687 no siendo suficiente el local para los enfermos del Hospital del Rey, se trató de agregarle algunas casas, pero la ciudad en 19 de Enero cedió un sitio en el Campo Santo. Posteriores concesiones del terreno la dio la extensión que hoy disfruta.


                En la guerra de la independencia se convirtió en la plaza del mercado público, luciéndose dos galerías de puestos, una en dirección paralela a la calle Sacramento y la otra a su frente, dividiendo esta plaza de la de Fragela. En los callejeros aparecen llamados los puestos del Pilón de la plaza de San Fernando.


                En el centro de cada nave había un arco, y como los puestos no estaban en buen estado, en 16 de Diciembre de 1854 se acuerda la demolición del arco del lado de la plaza de Fragela. Estos sitios resultaban principalmente de noche solos y tenebrosos. Cuando la guerra de la independencia se estableció en su centro un café de tablas llamados La Cachucha y a las casas del frente se le decía del Mambrú


                Entre las muchas reformas iniciadas y llevadas a cabo por el inolvidable alcalde Valverde, fue una, la expropiación de esos puestos, demoliéndolos. En el centro de la plaza se levantó un pequeño circo con techo de luna, año 1861. Este circo por tolerancia o por concesiones, se convirtió en circo-teatro, con su capaz escenario, continuando en el funcionamiento, ya compañías dramáticas, ya acróbatas y ecuestres.


                El mismo D. Juan Valverde, comprendiendo la necesidad de que esta población poseyera un teatro de primer orden, publicó en 14 de Mayo de 1765 el concurso correspondiente, señalándose esta plaza como lugar para su construcción por haberse desistido de otros lugares; presentando los proyectos, ninguno satisfecho al municipio quedando aplazado el asunto.


                No olvidando el deseo de construir un teatro nuevo, varios capitalistas gaditanos auxiliados por D. José Quintero, dueño del teatro circo gaditano y apoyados por el Sr. Valverde, acometieron la empresa en 1870 resultando un teatro que si humilde en su exterior, era entonces en su decorado interior, teniendo lugar su inauguración en Junio del mismo año.


                Desgraciadamente fue destruido por un incendio el 5 de Agosto de 1881. Días de duelos fueron para Cádiz la desaparición del teatro que con tanto orgullo poseían. Así que a las cuarenta y ocho horas, existía una sociedad constructora que contaba con doscientos mil duros, para empezar un nuevo teatro, si bien por encontradas opiniones e incidencias no pudieron empezar hasta el 27 de Marzo de 1888, que no con pocos obstáculos se continuaron hasta la terminación. Con desechada idea se autorizó por el año 1897 la instalación de un teatro cercano en el patio del que se construía, el cual funcionó algún tiempo y así hubiese continuado aquel estado de paralización, sin el empeño decidido y firme voluntad que en todos sus actos demostró el Excmo. Sr. D Luis José Gómez, que siendo alcalde propuso en 11 de Febrero de 1901 los medios para continuar las obras, consiguiendo no sin verdaderos esfuerzos, aplaudidos para la opinión, la continuación de aquellos, bajo las nuevas modificaciones hechas  por el inteligente arquitecto D. Juan Cabrera que también quedó encargado de su inspección y dirección.


                Otros alcaldes en anteriores épocas habían cometidos algunas otras sin el resultado deseado. Al dejar la alcaldía el Sr. Gómez Aramburu y terminados los compromisos de la sociedad contratante, aunque siguieron los trabajos, hubieran vuelto a paralizarse sin el esforzado animo y los grandes deseos del Itmo. Sr. D. Sebastián Martínez de Pinillos, que al ocupar la alcaldía con sus innegables dotes de buen administrador consiguió se continuaran los trabajos de ordenamiento, ornamentación y carpintería, dotándolo de mobiliario y alumbrado, quedando el Teatro completo y en estado de funcionar en Diciembre de 1909, aunque por lamentable, incidencias no se inauguró hasta el 12 de Enero del año siguiente. En el periodo de 1873 se determinó que la plaza del gran Teatro Falla llevase el nombre de Orfila, gloria de la medicina y eminente químico: D. Bartolomé J.B. Orfila, nació en Mahón en 1787, murió en 1853.



La plazuela de Fragela se consideraba unida a la plaza de Alfonso XII
(actual Plaza de Falla). Con anterioridad
no se conoce que tuviese nombre alguno. En 1866 se reformó el pavimento. Al
construirse el famoso Gran Teatro (1884 -
1910), se le dotó de jardines y frondoso arbolado, que hacían de ella un ameno
paseo. Los asientos de hierro fueron costeados por el señor concejal D. José Ruiz de Bustamante.




El 23 de abril de 1873 se le dio el
nombre de Plaza de Sevilla, denominación que duraría poco tiempo.




En la actualidad la plaza está en proyecto de reforma y se pretende
recuperar la antigua fisonomía. En esta plaza destacan, aparte del ya
mencionado Gran Teatro Falla, la Casa de las Viudas, la Facultad de Medicina, la más antigua
de España y la capilla
Castrense. 





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Parque Genoves









Parque Genovés.- se daba y da este nombre de campo en esta ciudad a los trozos del recinto de la plaza. Estos campos tenían diferentes nombres según los sitios, los llamados de la Bomba, de Santa Catalina, del Hospicio y de la Caleta, fueron unificado bojo un solo nombre en 1855, dándosele el de las Delicias.


                El de la Bomba tomó este nombre de una para la extracción de aguas, allí establecida, después se le dijo de los Cuarteles, cuando se edifican estos; entre ellos y parte de compás de Santa Catalina, se formó a mediados del siglo XVIII un paseo, después  que desaparecieron vallados y huertos abandonados  que fue el llamado del Perejil, nombre vulgar que el vulgo ridiculizó, por lo raquítico de su arbolado, a pesar de ello servía de esparcimiento para los vecinos y principalmente para las gentes joven. También acudían muchas personas a contemplar la brecha de la muralla que existía a principios del siglo anterior, formando un pintoresco barranco que llegaba hasta el mar y hacía las delicias de los muchachos, que bajaban hasta aquel, y donde limpiaban las ollas del rancho los soldados de los cuarteles próximos. En el plano parcial de la capital de Cádiz, de D. Francisco Coello, aparece la muralla destruida en una gran parte, su separación tardó muchos años.


                En 1854, afligida la ciudad por la epidemia colérica, se transformó el perejil en un hermoso paseo, con frondoso arbolado y jardín a su fondo, a cuyo paseo se le dio oficialmente de la Delicias, al que se agregó el apellido de Martínez, en recuerdo de su iniciador. Posteriormente, en 1863 ampliaron los jardines, si bien en actas de 1857 aparece que se trata de la demolición del jardín de Columela, como le decía por existir en ellos una mala estatua de ese insigne hijo de Cádiz. Este jardín sufrió diferentes reformas siendo alcalde don José de la Viesca, en 1875-76, se colocó una lujosa verja y se aumentó el exterior. Una pequeña parte del hermoso parque Genovés pertenece a este jardín. Las tres araucarias que existen distanciadas a la derecha como son jalones que, delimitan las antiguas líneas del jardín. Frente a él existió un ancho paseo con cuatro hileras de árboles, que llegaban hasta muy cerca del segundo de los polvorines que existían; el primero estaba por dentro de la alineación de la verja dejándolo algo separado de este.


                La velada de Nuestra Señora de los Ángeles, que tanto renombre dio a esta ciudad, acreditando el buen gusto de los gaditanos, se estableció y tomó carta de naturaleza en este extenso paseo. Esta velada tuvo su origen de otra de las grandes festividades de Cádiz, el de las solemnes fiestas del  Corpus.


                Nombrado alcalde don Juan Valverde, en 1861, para dar mayor realce a la velada del Corpus y atraer más concurrencia de forasteros, los festejos se prolongaron hasta la octava, aumentando el exorno de la carrera con casetas, cafés, tiendas ambulantes etc. que se instalaban en la plaza de Isabel II y calle de la Aduana, no hay que decir que el excito superó a la idea.


                Transcurrido algún tiempo, lo estrecho del lugar donde esta velada se celebraba (antiguas pescaderías) hizo pensar en otro más amplio, acordándose en 14 de Mayo de 1868 todos los pormenores de la nueva velada, que hizo su primera aparición en el paseo de las Delicias, al año siguiente, con el más refinado buen gusto y espléndida iluminación, mejorándose de año en año sus menores detalles. Dos causas contribuyeron a su decadencia; la enormidad de sus gastos, que fueron en aumento progresivo, y las separaciones injustificadas del público que se aglomeraba en determinado lugar, dejando el resto del paseo en la mayor soledad, sin que tampoco quisiera ocupar las galerías o casetas que para su comodidad y esparcimiento le ofrecían los centros oficiales, sociedades de recreo y aun particulares.


                Hay que rendir un tributo de justicia al activo y honrado mayordomo de la ciudad don Juan Garratón y Blanco, alma de todos estos festejos.


                La decadencia de la velada, y el deseo de que Cádiz disfrutara de un gran paseo, produjo al ilustre político don Eduardo J Genovés, la idea de formar un parque como existen en otras ciudades, empezando su construcción sobre la base del antiguo jardín y paseo; pero al surgir un incidente con Ramón Guerra, hace aquel enérgico político que telegráficamente viniera nueva Real Orden ampliando los terrenos perdidos por el municipio, lo que dio origen al llamado bosque, hoy unido al parque.


Esta importante mejora se inauguró en 1º de Agosto de 1892 e inmortalizó el acuerdo el Sr. Genovés que tanto trabajó por el bien de su ciudad adoptiva.


                En 1901 resurgió la velada dentro del magnifico cuadro del parque, y como se disponía de nuevos elementos, antes no conocidos, el resultado fue brillante, aunque más modesto que la primitiva pero poco a poco fue desapareciendo esta fiesta. D. Eduardo Genovés y Puig, era de Valencia, llegó a Cádiz de niño, fundó el periódico  la voz de Cádiz, fue nombrado cuando la quiebra del Banco de Cádiz, falleció el 18 de Julio de 1897.



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PLAZA TOPETE









Plaza Topete.- llamábase plazuela de los Descalzos y también de la Cruz de la Verdad según instrumentos públicos de 1694, nombre que ha tenido otras calles, vulgarmente se le conocía por la plaza de las flores. En 1855 se le dio el nombre de Valdés, por Cayetano Valdés, que fue capitán general de la armada y jefe político de Cádiz en 1812, habiendo mandado el navío Neptuno en la batalla de Trafalgar, fue perseguido por sus ideas liberales. De 1820 al 23 fue de nuevo gobernador de la ciudad, volvió a exilarse tras el trienio liberal y, por la amnistía dada por la reina gobernadora, regresó a Cádiz, fue nombrado capitán general del departamento y falleció poco después en 1835. En 1856 volvió la plaza a ser de los Descalzos, hasta 1873, que se dio el nombre de Rafael Guillén.


                En 2 de Enero de 1886 vuelve por tercera vez a quitarse el nombre de los Descalzos, que se repuso el mismo año de 1873, dándose a esta plaza el de Topete, valiente marino que, puesto al frente de la escuadra, inició la revolución el 17 de Septiembre de 1868 en esta bahía e intimó a la plaza a unirse al movimiento.

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Antonio Alcalá Galiano






Perteneció a una influyente familia de militares como hijo del marino Dionisio Alcalá Galiano, muerto en la batalla de Trafalgar, tío del escritor Juan Valera. Y sobrino del Capitán General de la Armada, Don Juan María de Villavicencio y de la Serna, Regente del Reino, durante la estancia de Fernando VII en Bayona.

Tras sus estudios en el Real Colegio de la Purísima Concepción de Cabra, recorrió con su padre el Mediterráneo en 1802, deteniéndose en Nápoles. En 1806 ingresó como cadete en Guardias Marinas Españolas y al año siguiente fue hecho maestrante de Sevilla. El 8 de noviembre de 1808 casó con María Dolores Aguilar, de la que tuvo un hijo y se separó, presuntamente por infidelidad de la esposa en 1815. Por entonces tenía fama de libertino y borracho. Era, además, de una extrema fealdad.

Abandonó la carrera militar en 1812. Doceañista en su juventud, tomó partido junto con José Joaquín de Mora en 1814 contra la introducción del Romanticismo reaccionario germánico por Juan Nicolás Böhl de Faber en Cádiz, pero después de su emigración londinense apoyó la nueva estética, de lo que da fe su "Prólogo" a El moro expósito de su gran amigo Ángel de Saavedra, Duque de Rivas, que supone de hecho el manifiesto del Romanticismo español. Participó en la conspiración que terminó con el triunfo del liberal Rafael del Riego en 1820 y la proclamación de la Constitución de Cádiz derogada por Fernando VII. Fue considerado como un gran orador y defendió el liberalismo exaltado en la Fontana de Oro durante el Trienio Liberal, en que militó en la sociedad secreta Confederación de Caballeros Comuneros, pero luego se pasó a la Masonería y al partido moderado y tuvo que marcharse al exilio al votar la incapacidad del rey Fernando VII en 1823.

En Londres sobrevivió enseñando lengua y literatura española. Hasta entonces era fundamentalmente un gran lector de Montesquieu; a partir de entonces se imbuyó del pensamiento político inglés y en consonancia con el liberalismo moderado de Edmund Burke rechazó la política de principios abstractos y se inclinó por el utilitarismo hasta convertirse al liberalismo doctrinario de Alexis de Tocqueville y Benjamin Constant de Rebecque.

Sus coetáneos son unánimes al afirmar que Antonio Alcalá Galiano destacaba como orador. Además es autor de una de las mejores autobiografías del siglo XIX, redactada en dos versiones: los Recuerdos de un anciano (1878) y las Memorias (1886), algo más detalladas. Por otra parte, fue también un gran crítico literario, como demuestran sus Lecciones de literatura española, francesa, inglesa e italiana del siglo XVIII. Compuso además unas Lecciones de derecho político y constitucional (1843).
Obras Recuerdos de un anciano (1878)
Memorias (1886)
Lecciones de literatura española, francesa, inglesa e italiana del siglo XVIII
Lecciones de derecho político y constitucional (1843).
Apuntes para servir a la historia del origen y alzamiento del ejército destinado a Ultramar en 1 de enero de 1820
Sonetos

En el álbum de la señorita de Gaviria




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Juan Álvarez Mendizábal





Hijo de Rafael Álvarez Montañés, comerciante, y de Margarita Méndez, aprendió idiomas modernos y recibió formación comercial en el negocio de su padre. Durante la Guerra de la Independencia, sirvió en el Ejército del Centro y, habiendo sido capturado en dos ocasiones, logró fugarse en ambas. El 21 de febrero de 1812 se casó con Teresa Alfaro y desde entonces decidió cambiar su segundo apellido, Méndez, por Mendizábal, para ocultar el origen al parecer judío de los Méndez, según la opinión más generalizada, por más que en 1811, siendo Ministro de Hacienda del Ejército del Centro, firmaba ya sus documentos como Mendizábal, tal y como se puede encontrar en el Archivo Histórico Provincial de Albacete, por lo que su nombradía como Mendizábal le precedía antes de casarse.

Entró en contacto con Vicente Bertrán de Lis, del que aceptó un empleo, pasando poco después a ser socio suyo. Comisario de guerra honorario en 1817. Desde 1819 se encarga de los suministros del ejército de Andalucía, lo que le permite prosperar y le pone en contacto con los revolucionarios liberales, convirtiéndose en uno de ellos. Fue masón del "Taller Sublime" de Cádiz junto a Francisco Istúriz y Antonio Alcalá Galiano. Adelantó dinero (que se hizo pagar) para la conspiración de Rafael del Riego y se unió a su tropa desde el 27 de enero hasta el 4 de marzo de 1820. Se dedica por entonces a la importación de carey de Birmingham para fabricar peines. Durante la marcha de las Cortes a Cádiz en 1823, Mendizábal organizó el traslado y avitualló lo que quedaba del ejército y se encargó también de la intendencia de la Cádiz sitiada. El 30 de septiembre de ese año escapó a Gibraltar. Condenado a muerte por el absolutista Fernando VII como tantos otros, marchó emigrado a Londres, donde ingresó en prisión por deudas, aunque pronto logró salir a flote negociando la importación de vinos españoles. Allí consolidó una gran red de amigos y socios que en el futuro le resultarían muy útiles. Sus negocios le llevaron a Francia al menos en 1828 y en 1830.

Intervino en la financiación de la expedición de Vera en 1830 de acuerdo con Ardouin y otros financieros. Después intervino también en la financiación y organización de la guerra civil portuguesa, en el bando liberal, por supuesto. También financió una fuerza militar en Bélgica. En 1834 el conde de Toreno le invitó a volver a España y fue nombrado ministro de Hacienda el 15 de junio de 1835, alcanzando la Presidencia del Gobierno en lugar de Toreno el 25 de septiembre. Aunque estaba implicado en la "revolución de las juntas", negociaba semisecretamente también con la Junta de Andújar, la de Barcelona, con Istúriz, Alcalá Galiano, Argüelles y el Conde de las Navas.

El partido mendizabalino no era popular, a pesar de la fama que le dieron los decretos desamortizadores del 19 de febrero y 8 de marzo de 1836, la llamada Desamortización de Mendizábal, que pasó las propiedades improductivas y en poder de la iglesia y las órdenes religiosas, no a manos del pueblo, como era la intención de Mendizábal, sino a las manos de la oligarquía terrateniente, con lo que se evitó la formación de una clase media o burguesía que realmente enriqueciera al país y no siguiera ocupando latifundios improductivos. El procedimiento seguido para evitar que las propiedades pasaran al pueblo fue el subastar las propiedades en grandes bloques que los pequeños propietarios no podían costear. Mendizábal no gestionó el desarrollo del proyecto, pues la reina gobernadora le depuso el 15 de mayo de 1836, menos de un año después de llegar al poder, aunque volvió a ser ministro de Hacienda con Calatrava después de la Revolución de 1836.

Otra reforma importante fue la redención de quintas, con la que daba oportunidad a los burgueses de pagar si no querían que sus hijos fuesen al servicio militar y por concluyente a la guerra. Lo que favorece a las clases poderosas y da un paso atrás en el pensamiento liberal porque ya no habría igualdad entre individuos.

Ya en 1835 había sido elegido Mendizábal procurador por Gerona, pero en 1836 lo fue por Barcelona, Granada, Pontevedra, Málaga, Cádiz y Madrid (eligió Cádiz), lo que da idea de su poder. De nuevo en 1836-1837 y en 1838-1839 fue diputado por Madrid. En 1839, elegido diputado por Madrid, Albacete y Murcia, optó por Murcia. Lo fue por Madrid en 1840; en 1841 lo fue también, aunque fue elegido también por Albacete, Ávila, Murcia, Cádiz y Toledo. Cuando se debatió la regencia por la minoría de edad de Isabel II, se declaró en favor de la regencia triple contra Espartero, esto es, militó en el bando de los "Trinitarios". Representó a Madrid en la primera legislatura de 1843 y ese año volvió a ser ministro de Hacienda, pero la contrarrevolución le hizo huir a Francia y no regresó hasta 1846. Todavía fue diputado por Madrid entre 1846 y 1850.



 Fue masón y un miembro destacado de la Logia de Cádiz Existen teorías diversas acerca de por qué cambió su apellido materno por el de Mendizábal. Unos dicen que fue por ocultar el origen judío de su familia materna, pero otros autores aluden a la mayor prestancia y peso comercial de un apellido vasco para la época. En cualquier caso, Juan Álvarez Mandizábal, al igual que sus padres y abuelos, era cristiano y católico bautizado, a pesar de la utilización de sus supuesto origen judío en su contra, especialmente durante la época del General Franco en la que se le quitó su nombre a una calle de Madrid y su estatua de una céntrica plaza de la capital, de la que llegó a ser Alcalde.

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